El estar inmersa durante un largo tiempo en las cenizas que van dejando los recuerdos, me hace experimentar nacimientos y muertes constantes, creyendo en que mientras el mundo gira a su ritmo voraz ocurren señales de vida humana: mudamos pieles, rompemos mundos, saltamos, hacemos, decidimos, amamos, lloramos, creamos, derrumbamos, vamos…